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Hacia una Danza propia

  • María Rosario Maldonado
  • 6 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Reflexiones sobre organización y valoración para la construcción de la Danza Contemporánea.

Rafael Nieves considera a Mérida como una ciudad privilegiada por tener dos universidades dedicadas al estudio del movimiento, donde pueden surgir miles de posibilidades de pensar y de hacer danza. Sin embargo nos invita a reflexionar: ¿Hasta dónde llega la danza como forma expresiva? Considerando esta interrogante, podríamos decir que la danza no solo es un espectáculo o una coreografía, es un proceso creativo y artístico, es una forma de expresión por medio del movimiento. La danza conlleva a un mundo de posibilidades expresivas, físicas, emocionales, y tiene asociado un sin fin de sucesos: escritos, fotografías, pinturas, de forma de video danza y de muestras o exhibiciones. La motivación que despierta debe ser aprovechada como medio para lograr objetivos a través de ella. Sin embargo más allá de lo que está escrito en otros países sobre danza específicamente la danza contemporánea, no encontramos mucho material escrito o en registro sobre la danza contemporánea en Venezuela, es por ellos que las opiniones en común en este conversatorio que nos brinda el festival del movimiento, es que la danza no solo debe quedarse en movimiento, debe ir más allá, debe ser escrita y difundida; es importante en este momento hacer historia de la Danza en Venezuela. Como estudiantes es trascendental plasmar y registrar nuestra experiencia en el salón de clases, y en la escena. Es significativo someternos a preguntas, y observar cómo le damos importancia al hecho de hablar de danza, al hecho de hacer danza. Nosotros como público, debemos de pasar del me gusta o no, a un nivel de lectura más profunda y justificada, no podemos quedarnos allí, debemos reflexionar lo que paso o no en la escena. De allí surgen otras interrogantes: ¿Qué concepto de danza se maneja? ¿Qué vamos a escribir? La danza contemporánea, es un término que no es común en todos, y muchas veces no habla de lo mismo, debe nacer del impulso interior para no caer en la idea de coreografía, el bailarín debe tener su espacio para crear, explorar siguiendo pautas de movimiento con un lenguaje propio. Partiendo de la eventualidad de ser creadores, seguramente surgirán otras interrogantes de lo que vamos a escribir y registrar, es entonces en donde somos lectores de nuestra propia obra, desde donde el saber se genera para narrar experiencias particulares. En este momento es conveniente eliminar la distancia entre la teoría (historia) y la práctica (movimiento), una posible solución es considerar la creación consciente de un tipo de escritura de la danza (sea narrativa, abstracta, filosófica o de cualquier otro tipo) sobre la base de una relación menos ingenua con la escritura, que deje de ser considerada un mero arte reproductivo o mecánico, para convertirla en una arte que pueda ser leída y danzada.


Rafael Nieves

Fotografía: María Rosario Maldonado

Conversatorio (semana del Festival de Movimiento)


 
 
 

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